Xk-Uno

Hallazgo 00045

Excavaciones en las capas sub institucionales del conflicto social han dado a luz partículas de microviolencias diluidas hasta su naturalización en el gran inventario de lo cotidiano. Una de ellas es el machismo microfutbolero, y se manifiesta en la discriminación y persecución de características físicas y estéticas femeninas en sujetos masculinos -hombre heterosexual- a favor de cierta colombianidad matonera. El LDAV detecta dichas trazas como elemento fundamental en el ADN de la gran violencia indexada.

Mod LDAV_Vera Río presenta hallazgos.

Animal urbano III

Fuente: Andrés García La Rota

Me reuní con mi gente y planeamos un escaneo de toda la ciudad, en busca de movimientos ofídicos; instalamos dispositivos de registro continuo y hackeamos los sistemas de vigilancia privados y gubernamentales. Un miembro de los rayados nos prestó sus aves decodificadoras, para registro de acciones en talleres y laboratorios aislados. Programamos y soltamos a las aves a las doce de la noche; sus siluetas plateadas arañaron el vaho luminoso de la ciudad. Todo lo que veían y escuchaban aparecía como ruido claroscuro en los monitores y amplificadores que el rayado instaló en la sala de conciertos de mi estudio. De vez en cuando, los velos audiovisuales eran interrumpidos por aullidos y figuras geométricas de corta duración que él sabía transformar en palabras y frases: conversaciones entre ladrones, insultos, voces de auxilio… pero nada relacionado con las serpientes. Acordamos reunirnos una semana después, y yo me dediqué a realizar un par de proyecciones que tenía planeadas desde hacía días.

Fuente: Andrés García La Rota

Vestido negro… (fragmento)

Ricardo buscaba una cafetería para pasar el rato mientras el grupo volvía al laboratorio con el resultado de sus incursiones en las plazas del centro histórico. Entró a varios locales, pero en ninguno ofrecían verdadero té negro, sino esas marcas nacionales de combate, porquerías hechas en serie, rendidas con químicos de “sabor idéntico al natural”. Finalmente encontró el que era, y allí estaba Daphne, con un Russian caravan de yunnam y keemun ligeramente ahumados, viendo los resultados de su incursión en el smartphone.

-¿Y tú qué? ¿No vas a hacer nada?

-No, no, es que ya hice… Eso sonó raro. Me sentí muy joven de pronto. Demasiado joven.

-¿Y entonces qué hiciste? -volvió a preguntar Ricardo con aire incrédulo, mientras trataba de adivinar el tipo de equipos que habría utilizado, pues lo único que había junto a ella era un pequeño morral. Mientras hablaba, Daphne no dejaba de mirar la pantalla, que imprimía a su rostro una franja de luz fantasma. Solo cuando Ricardo se sentó frente a ella, puso el smartphone en medio de la mesa: sobre el escudo de Colombia, en un camión de policía estacionado junto a la Plaza de los Periodistas, un cóndor de los andes enjaulado intenta desplegar sus alas. Varios policías reunidos junto al camión tratan de ubicar el origen de la proyección. Los curiosos se detienen a observar. Los policías se inquietan; uno de ellos se esfuerza en dispersar a la gente, pero el número aumenta. Finalmente deciden quitar el camión, pero entonces el video se proyecta, enorme, sobre la cara frontal de la edificación al otro lado de la calle. Los transeúntes toman fotos; ríen y aplauden. La proyección desaparece.

-¿Es lo que hiciste hoy? Es decir; ¿Esta noche?

-Sí. Edité el video mientras usted daba instrucciones.

-Estuve viendo su perfil. La incursión que hizo con su grupo en Berlín. Encantadora. ¿Por qué se inscribió en este taller? -preguntó Ricardo.

-Quería conocerlo; y bueno, finalmente estamos aquí hablando. Un par de videos suyos. Aztecas de gafas oscuras descuartizando mujeres en tecnicolor con motosierras sobre altares precolombinos, como en una cadena de producción de partes humanas. La sangre corre sobre la serpiente. Las partes no caen sobre piedras solares, sino sobre parafernalias católicas. El sacerdote solar, desnudo en la cima de la pirámide, huele perico mientras un mariachi toca a sus espaldas. Ak 47s se alzan sobre los sombreros. De pronto, todos huelen perico. Curas católicos, chamanes, mariachis, comandantes de verdeolivo… todos con la nariz clavada en los restos de las mujeres descuartizadas. El desconcierto en el rostro de la reina recién coronada no tiene precedentes. Jurados, princesas, animadores y bailarines se agitan nerviosos en la tarima mientras pasan las atrocidades en HD donde deberían pasar la corona y el cetro. Varias señoras del público vomitan y se desmayan. Ese fue uno. El otro, muy cruel pero efectivo, con el indígena en traje de gala sincrética y disminuido entre columnas dóricas. El frontón apolíneo pesa demasiado sobre sus hombros, mientras arroja granos de maíz a la masa que se levanta sobre su propia mierda para alabarlo. Una voz en off: “Créame; aquí nadie quiere acueducto; su pensamiento neocolonialista le hace pensar que…”. Luego aparecen cuerpos, tendidos sobre la acera, intoxicados. Llegan los hombres blancos, muy tesos y majos, con sus charreteras doradas y sus gafas oscuras, azotando a una cuerda de indígenas desnudos que entran al matadero. Al final del laberinto, un martillo les abre el cráneo. Rubios del Séptimo de Caballería apilan sus cadáveres en un camión. Luego viene el clip con los letreros de Wendy´s y Taco Bell. Hamburguesas asándose… ¡Genial, maestro! Actores naturales, imágenes de archivo… Tremenda producción. Lo mío es corte y pegue básico, reciclaje de información en ríos-basurero.

-Pues entonces hacemos lo mismo.

-Sí. Pero usted hace cut up de sus propios productos.

-Nada. Yo pienso el video. Luego lo pongo en los dispositivos.

Daphne parpadeó varias veces y se le quedó mirando. Una leve sonrisa apareció en sus labios.

-Lo piensa y ya. O sea, usted piensa, y un dios del video le chupa el cerebro y después lo escupe -dijo Daphne con tono burlón.

-Eso lo hacen los proyectores. Pero no son ellos, precisamente, los que me chupan el cerebro. De eso se encargan otros bichos más pequeños.

-Ya entiendo; nanotecnología y bioinformática -soltó Daphne, irguiéndose un poco más, los dedos entrelazados frente a la boca.

-¿Espera que se lo diga así no más? -dijo él, con aire divertido, y se echó hacia atrás.

-No querrá que le dé algo a cambio -dijo ella con voz tajante. Luego separó las manos y le echó una mirada tediosa.

-No, no -rectificó. Ahora comprendía lo que siente la mosca cuando le cae el periódico-. Me refiero a otra cosa. Hago estos talleres con la intensión de darle mis conocimientos a otros. No se trata de tecnología; cualquiera dispara lucecitas sobre un lienzo cóncavo. Incomodar con micro pantallas en la boca y el coño a un grupo de ciudadanos hambrientos en el interior de un articulado no es la gran cosa. Vaya e improvise un concierto de punk en la catedral primada durante la misa de doce; cruce, desnuda, un campo de futbol en pleno clásico Manchester/cualquier-mierda y no deje de reír mientras un grupo de camajanes intentan ponerle las esposas. Acción subversiva simbólica: un grupo de mujeres dejan caer sus reglas frente a las residencias femeninas del Opus Dei. Su acción contra el AfD… Por eso, la mayoría de las veces solo doy instrucciones básicas y cobro en efectivo. No me interesan los grandes auditorios institucionales que ponen sus logos en el flyer para asegurarse de que sea “verdadero arte urbano” y no “agresiones a la vida y honra de nuestros gobernantes”. La mayoría de los que asisten a mis talleres aspiran a eso, a pasar los filtros burocráticos e ideológicos y debutar con obras certificadas, laureadas con el blasón gubernamental, sea cual sea la bandera de turno. Pero tampoco se encuentra actitud de guerrilla simbólica en otros espacios, por clandestinos que sean. Al final todos se rinden y tranzan con lo institucional en busca de financiamiento. Y eso no estaría mal si usaran el dinero para lo que es: para meter gato por liebre.

-Ok; muy bien. Eso… Eso está ahí -cortó Daphne- pero cómo se hace; cómo es que su mente se estrella contra las paredes y no hay inteligencia policial que valga.

Un filo de humillada indignación pasó por la garganta de Ricardo. Un leve y certero trazo.

-Primero hacen falta algunos conceptos -dijo-. Tampoco es llegar a gritar durante el velorio -sentenció con voz firme, reacomodándose en su asiento-. Empecemos por el asunto del corte y pegue. En el fondo, uno siempre sabe qué cortar y cómo pegarlo. No hay una escritura totalmente inconsciente. Si ponemos al presidente con su guitarra eléctrica y en seguida un leñador que corta árboles en Alaska es porque intentamos decir algo. El tipo en Alaska tiene una carabina terciada a la espalda y una motosierra apagada en la mano derecha. El árbol ya está cayendo… Luego viene una mujer de los ochenta, luciendo sus Levis, muy orgullosa. Tomas abiertas del Centro Comercial Unicentro, a principios de esa década, otras de la Cámara de Representantes y del Senado… Ahora, Tony Montana se resbala en la silla de la discoteca; avanza por el jardín, rodeado de personas, hacia la fosa de los tigres. Luego proyectamos todo eso en el Monumento de los Héroes, a espaldas de Bolívar.

-Ajá -dijo Daphne con aire aburrido mientras pasaba un dedo por el borde de su smartphone. Luego dejó caer la mandíbula sobre las palmas.

-Pues bien -retomó Ricardo en tono didáctico-, ahora piense que todo eso está para que un grupo de personas lo realice. Usted se encuentra al otro lado de mundo, o en su casa encerrada, porque le ha dado la gana. Entonces escribe lo que hay que hacer y lo envía por correo a su gente. Ellos deben ingeniárselas para conseguir el material y editarlo. Al final, la obra se realiza, proyección en el monumento, etc. Sin embargo, la obra es más que eso: lo que usted piensa, escribe y envía, la ejecución de la acción, los polis que llegan, el relato viral en redes sociales. Todo eso es la obra, y usted ya la había pensado, incluida la potencial contingencia. Es decir, el error, el fracaso, también son parte de la obra. La obra está en su cabeza.

-Ya casi, profe; ¿pedimos un par de vodkas? -soltó Daphne mientras le hacía una seña al mesero.

-Ok -contestó Ricardo. Luego se puso una mano sobre la frente y cortó la respiración durante un cuarto de segundo.

-Dos vodkas con agua, por favor -Daphne le dedicó al mesero una amable y corta sonrisa que de inmediato fue correspondida con una afectadísima venia. Luego, el sujeto se dio la vuelta, y se alejó.

A Ricardo le extrañó un poco aquella escena. Algo insignificante había ocurrido con demasiado “arte”, se dijo, los movimientos que fluían tan sincrónicamente, tan delicados y rituales, las palabras de Daphne como extraídas de un libro, la reverencia, y luego los pasos del hombre alejándose. Se aclaró la garganta y echó una rápida mirada a su alrededor. Luego tomó el vaso de vodka y exclamó “salud”. Entonces Daphne también levantó su vaso, y lo puso bajo sus labios sin tocarlo, con los ojos muy abiertos y fijos. Ricardo sintió que se había apresurado, que eso del vodka con agua era una especie de simulacro, una especie de anotación al margen que quería decir algo, un guiño intertextual o algo por el estilo, pensó, pero ya era demasiado tarde, porque la mezcla bajaba por su garganta y se preparaba para el siguiente trago. Decidió dejar la cosa así, dispuesto a tomarse su vaso de vodka sin mayor sobresalto, mientras la chica repetía, al unísono, su inquietante pastiche de autómata victoriano. De pronto se le ocurrió que el simulacro había comenzado desde mucho antes, y que en ello estaba la clave, una especie de sinsentido que le presentaba a Daphne como la continuación de su causa hacia universos de revolución perpetua jamás soñados.

-Muy bien; le decía que la obra está en su cabeza. El cuerpo de la obra ya está en su mente, incluso los distintos senderos que pueda tomar durante la ejecución. Imagine una criatura de siete u ocho meses de gestación.

-Permita que me adelante. Si logro que mi cerebro estrelle esas imágenes contra los muros nos ahorramos parte de la producción. Estoy yo, sola, con mi llave mágica, esperando el momento. Eso implica nanotecnología, chips en el córtex, “medios húmedos”.

-Biótica, sustancias informáticas a base de plantas chamánicas. Sincretismo tecnológico.

-Ok. Pero dejémoslo para la próxima sesión. Ahora me ha dado frío -dijo Daphne. Luego tomó su morral y se puso de pie. Ricardo lamentó no haberle preguntado sobre los equipos que había utilizado en su acción.

-Son las siete -dijo ella. Ricardo se demoró un momento en comprender.

-¡Ups! Los chicos ya deben estar esperándome -dijo, y buscó al mesero con la mirada mientras sacaba la billetera, pero no lo vio por ningún lado.

-No se preocupe; ya está todo pago -dijo Daphne desde el umbral. Ricardo se internó unos pasos en el local. Nada; totalmente vacío, y a esas horas, cuando los oficinistas lo invaden todo.

Hallazgo a orillas del río

foto, Lautaro Bolaño
foto, Lautaro Bolaño

“En el taller del pintor, a orillas del Putumayo, solamente se encontró este pequeño cuadro, tirado entre hojas de palma carbonizadas, en el fondo de un foso cónico de paredes de barro rojo derrumbadas” (L. Bolaño).

Más tarde, en la sede del LDAV, alguien recordó que, en el Libro Rojo de Floyte Cáceres, se hablaba de una gran choza erigida en un claro de la selva. En el interior de la choza, “en medio del piso de tierra pisada, había un ancho agujero de poca profundidad. ‘Parte de lo que buscan’, dijo No-v, ‘está enterrado aquí, a cientos de metros de profundidad. Lo demás crece en nuestra huerta y se procesa en el laboratorio’” (Cáceres, p. 308). Más adelante, Floyte dice que “la gran choza de cortezas y barro marcaba el punto de partida, el ritual de la excavación” (Ibid.) que más adelante Kassandra Azul -mi madre- realizara tras haber escuchado el poema Hace años sospeché un Nous…, escrito por No-v como antesala a las dichas excavaciones[1].

Por lo tanto, es posible especular que “el pintor” formó parte de las brigadas de recolección de ADN lingüístico primordial realizadas en el Putumayo o que, por lo menos, fue testigo de ellas.

[1] El poema de No-v fue hallado por el artista Mario Opazo y Lautaro Bolaño -dos de los miembros más antiguos del LDAV- durante una de sus expediciones a la selva en busca del Observador de Hormigas: https://meopazoc.wordpress.com/2012/12/24/2009_un-sitio-en-la-tierra/

NO ÁRBOL NEGRO

Fragmento con fotografía

Del diario

Hallado entre las ruinas del teatro.

Escultura basada en la descripción del diario: Lautaro Bolaño y
https://meopazoc.wordpress.com/
Escultura basada en la descripción del diario: Lautaro Bolaño y
https://meopazoc.wordpress.com/

Llegaba la noche cuando exhausto, en medio de la llanura salada donde algunas aves de angustiada belleza -primas lejanas de aquellos seres mitad carne mitad piedra- se deslizaban, vio que algo chisporroteaba. Se acercó despacio. Solo se escuchaba el áspero roce de sus tesoros, atados a su mochila como un manto de novia, en el suelo de sal y arena.

Poco a poco el chisporroteo se transformó en espejeo de último sol, desplazamiento de plata sobre carbones lisos. Al principio creyó ver la figura del segundo dios, del proclamado único por consejeros imperiales, ya pasado por las espadas representativas, dado a la elipse. Pero aquellas extremidades carbonizadas se le desvelaron ya no hueso, veta de reliquias sagradas, sino erección de cuarzos de aquel planeta donde la junta de sílex y piel de foca dieron a luz la poética de sus tesoros.

Se inclinó al reconocerla, no conscientemente sino por impulsos de sangre vuelta al cauce, agujas suprarrenales… Comprendió que solo era eso, impresión ante lo olvidado, vuelta al primer rayo cósmico, combustión de átomos.

Nodrizas sembradoras

Formé parte de las Brigadas Recolectoras de ADN Lingüístico iniciadas en 3680, calendario galáctico. Por supuesto, ya se tenía noticia de La Lechuga, creada por humanos terrícolas anteriores a la deformación genética, pero nunca se habían reportado acciones.

Me encontraba tomando muestras en cierto planeta potencialmente habitable cuando escuché aquel sonido como de alas. Al principio solo vi las sombras errantes, en la superficie rocosa, que por momentos se cruzaban y se perseguían como si recordaran que estaban allí para realizar algún tipo de danza. De repente, aumentaron de tamaño, y a mi campo visual entraron las dos banderas, seguidas de sus astas, y luego las estructuras voladoras a que estaban adheridas. Era como ver la dilución de un atrio, o el vuelo de imposibles aves cuyo acrofóbico plumaje huía.

Las observé durante varios minutos, y descubrí que sus movimientos se debían a un convulso rastreo del suelo rocoso sobre el que dejaban caer pequeños grupos de semillas que luego regaban, desde inyectores alrededor de los drones, con una sustancia negra verdosa. Repitieron el mismo ejercicio por espacio de dos horas, y cubrieron una extensión de dos kilómetros cuadrados, antes de elevarse y perderse en el azul cristalino.

Elegí un grupo de semillas, y le apunté con mi lector biológico. La pantalla se llenó de datos que al principio no comprendí. Entonces repetí la misma acción sobre otros diez grupos de semillas. Aunque no pude obtener datos completos sobre la sustancia, comprendí que en pocos años la zona estaría poblada de manzanos, perales, viñedos, olivares y varios tipos de pasto.

https://linktr.ee/jaimerodriguezgomez , https://www.instagram.com/jaime.rodgo/?hl=es-la

Tras revisar los archivos de las misiones ecológicas, pude inferir que los dispositivos aquí descritos son producto directo de la sonda madre conocida con el nombre de La Lechuga, que, muy probablemente, se reproduce por escisión celular cada vez que detecta un planeta apto para ser sembrado con semillas terrestres e información genética para la vida. Por otro lado, La Lechuga es, en sí misma, un crisol de banderas. Algunos registros térmicos describen alteraciones de gran velocidad y rastros cromáticos en sectores curvados o expandidos del espacio donde, se presume, ha estado la sonda. Es probable que emisiones de alta densidad se separen de la sonda y se cristalicen en hojuelas orgánicas que surcan el océano cósmico y penetran la atmósfera de ciertos planetas, como la Tierra, donde la población humana y/o humanoide se encuentra en proceso de definición de fronteras e identidades más o menos primitivas. La información emblemática llega a los cerebros por dilución de dichas hojuelas en sustancia similar a la garua, tras procesos químicos desencadenados por el oxígeno.

Necesidad de las brigadas de recuperación de ADN lingüístico a partir de un fusilamiento de Benjamin

Una entidad espiritual o mental se comunica en el lenguaje, no por medio o a través del lenguaje. Lo comunicable de la entidad mental y espiritual es su entidad lingüística. Por lo tanto, el lenguaje comunica la entidad lingüística de las cosas.

Entonces, cada lenguaje se comunica a sí mismo. El leguaje de una lámpara no comunica la lámpara, sino la lámpara-lenguaje, la lámpara en la expresión. Lo que es comunicable en una entidad espiritual o mental es su lenguaje. Es decir, cada lenguaje se comunica a sí mismo en sí mismo.

El único lenguaje que nombra es el lenguaje humano. Es decir, la entidad lingüística de los humanos está en que ellos nombran las cosas.

Las cosas se comunican con los humanos. Si no fuera así, los humanos no podrían nombrarlas. El ser humano se comunica a sí mismo cuando nombra las cosas -cada lenguaje se comunica a sí mismo-.

Las cosas son en sí mismas medio, pues la entidad espiritual es idéntica a su entidad lingüística. Es decir, la cosa comunica el lenguaje mismo, pues ella es su medio. Por lo tanto, el lenguaje es la entidad espiritual de las cosas. Así que la entidad espiritual es comunicable, se establece en la comunicabilidad.

La entidad espiritual y lingüística está sometida a una gradación según criterios de existencia o de ser que tiene lugar dentro de ella. Por eso, cuanto más profundo o existente y real es el espíritu, tanto más pronunciable y pronunciado resultará, de modo que la expresión lingüística más existente, más fijada, más marcada e irrevocable lingüísticamente es al mismo tiempo lo puramente espiritual.

Pero los lenguajes de las cosas son imperfectos y mudos, pues a las cosas les está vedado el principio puro de la forma lingüística, la voz fonética. Solo pueden valerse de una cierta comunidad más o menos material.

En la Biblia, cuando Dios deja de nombrar/crear las cosas, le confía al hombre el acto creativo. De este modo, lo creativo abandona el ámbito divino y se transforma en conocimiento. Es decir, el ser humano es conocedor en el mismo lenguaje en que Dios es creador. Pero Dios creó al conocedor a su imagen y semejanza, es decir, del hacedor. Por eso, cuando el ser humano nombra las cosas -les da nombre- entra en comunidad con la palabra creativa de Dios. Es decir, el ser humano está ligado al lenguaje de las cosas por medio de la palabra con que las nombra -la cosa no tiene en sí misma ninguna palabra, pero fue creada por la palabra de Dios y es reconocida por su nombre, de acuerdo con la palabra humana. Pero el ser humano les da nombre a las cosas según su forma de comunicarse con el lenguaje/cosa que nombra.

La palabra del creador sobrevive, como lenguaje, en el lenguaje de las cosas. Por eso, la palabra del creador resplandece en el silencio y en la muda magia de la naturaleza (si es Dios) o en la muda magia de la cosa creada por ese creador. Imagínense, entonces, lo que ocurre si falsificamos esa cosa… o la naturaleza.

En lugar de falsificar, podemos -más bien- traducir el lenguaje de las cosas -como se traduce el lenguaje de la naturaleza al lenguaje de los humanos-, y esta traducción no solo será la traducción del mundo a los sonidos de la voz, sino también la traducción de lo innominado al nombre.

Al traducir, de un lenguaje imperfecto a otro más perfecto, por supuesto, añadimos algo; ese algo es el conocimiento. Al traducir “el lenguaje mudo e innombrado de las cosas al nombre”, mediante los sonidos de la voz, no suplantamos, falsificamos ni imponemos nombres, pues atendemos al conocimiento, que, de hecho, nos permitirá elegir nuevos materiales y formas de adaptar la cosa -si no contamos con los indicados por el creador- para traducirla del modo más fiel. Observar y nombrar requiere comunicarse con la mudez comunicativa de las cosas y los animales. El lenguaje humano recoge, en el nombre, esa mudez comunicativa de las cosas y los animales. De ahí el estrago al falsificarlas, pues solo la palabra (o el sentido) con que fueron hechas las cosas -la palabra de quien las creó, sus razones, planos, maquetas, medidas…- permite a otros nombrarlas, replicarlas y/o adaptarlas.

Así que el lenguaje mudo de la existencia de las cosas solo puede introducirse en el lenguaje del conocimiento y del hombre por medio de la traducción. Habrá tantas traducciones como lenguajes y, por supuesto, gran confusión. Ya sabemos lo que ocurrió en la torre de Babél y frente al árbol del bien y el mal. De ahí que las sondas con alma biológica sean más efectivas al momento de registrar ADN lingüístico, pues se comunican en el lenguaje primordial del universo; han conservado el eco del Big bang, materia prima del lenguaje en general y de todas las cosas.

Si el acto de nombrar implica conocimiento y mejoramiento, si las cosas fueron hechas con la palabra/acto creativo de un creador original, será con esa misma palabra creativa que se deben nombrar y conocer -traducir, reproducir, replicar- las cosas. Con esas mismas palabras -planos, sentidos, maquetas, medidas, intensiones-, sin importar el lenguaje que se use. Sin embargo, y he aquí la razón de ser de las sondas, se sabe que hemos perdido la inmediatez del nombre, hemos caído “en el abismo de lo mediato de la comunicación, de la palabra como medio, de la palabra vana, de la charlatanería”, de la confusión de lenguajes. La torre de Babel abrió “las puertas a la pluralidad de lenguas, a la confusión lingüística” que nos obliga al ejercicio de la recolección de adn lingüístico, pues hemos perdido la mirada que nos permite “abrirnos a la penetración del leguaje de las cosas”. “Hemos perdido la base común de nuestro espíritu lingüístico atrofiado. La charlatanería que ahora nos aqueja confunde, envilece el lenguaje de las cosas y a las cosas mismas, las somete en el disparate” en la falsificación, en la producción sin sentido en cadenas comerciales de muebles y accesorios, museos, galerías, zoológicos, partidos políticos, cierto tipo de discotecas y conciertos, grupos musicales, telenovelas, noticieros, centros comerciales…

Hay, entonces, luego de la gran caída, de la confusión, otra mudez, la tristeza de las cosas y de la naturaleza que, al carecer de habla, tampoco tiene ya quien la nombre en el lenguaje inmediato, paradisíaco, en el lenguaje bienaventurado -mejor digamos poético-. Lo único que le queda es esa confusión de lenguajes humanos en los que el nombre se ha marchitado. Por tal razón, en este momento, las cosas no son llamadas por su nombre, sino que están sobredenominadas. Algo se interpone entre el lenguaje de las cosas y los lenguajes humanos. De ahí la aflicción, el enmudecimiento de las cosas, la necesidad del rescate lingüistico.

Los seres espirituales y mentales se comunican en su lenguaje. La corriente ininterrumpida de tal comunicación fluye por toda la naturaleza, desde la forma más baja de la existencia hasta el ser humano y desde el ser humano hasta Dios -o el Big bang, qué carajos-. Mediante el nombre que le da a las cosas y a sus semejantes, el ser humano se comunica con el origen del universo y con las cosas, gracias a esa comunidad del lenguaje mudo y sin nombre de la naturaleza, que es el residuo de la palabra creadora del Big bang -su eco, ese ruido blanco que atraviesa la materia negra-, conservada, a su vez, en el ser humano como nombre que conoce. Todo lenguaje superior es una traducción del inferior, hasta que en la última claridad se despliega la palabra primera, el eco, el ruido blanco que constituye la unidad de este movimiento del lenguaje.

LAS LUCHAS DEL POSLENGUAJE HAN COMENZADO

Foto: Lautaro Bolaño

Finalmente, han comenzado. O mejor, se hicieron oficiales, cuando un miembro de La Serpiente y del HackLabPhillium (HLP) avanzó entre la multitud agitando la bandera con la serpiente dorada. De algún modo, me alivia; aquella campaña de terrorismo fantasmagórico me tenía al borde de la locura. Ahora, por lo menos, sé que todos pueden reconocer la insignia. Sin embargo, parecen haber declarado la guerra, y eso no deja de ser perturbador. Tal vez nuestra estrategia de contra/persecución aceleró las cosas. Intuyo que primero querían quebrarme, para poder actuar sin resistencia, pero el LDAV está más que listo para contener y desenmascarar a los MicroChipsWar (MW).

Foto: Lautaro Bolaño

Durante las primeras marchas, antes de que apareciera la bandera, solo podíamos reconocer la impronta de Paola Andrea en ciertas incursiones de destrucción lingüística; por ejemplo, las bombas de tinta y bichos de tungsteno cargados con software para borrar contenidos y rescribir versiones eufemísticas de todo lo que hacía el LDAV. De un momento a otro, nuestros grafitis y fanzines ya no denunciaban abusos de autoridad, sino que justificaban acciones de protección institucional del orden público, estados de excepción o detenciones preventivas. Donde habíamos escrito “capitalismo salvaje” o “neocolonialismo”, aparecía “protección de la gran industria” o “estimulación de inversión extranjera”. Lo mismo ocurrió con el material visual y audiovisual: en uno de nuestros videos comenzaron a aparecer chicos encorbatados y chicas con blusas de encaje que ofrecían arreglos florales a un grupo de ancianos, cuando en realidad habíamos filmado ratas y gallinazos desgarrando los cuerpos de una docena de personas; en otro, donde habíamos registrado tipos armados persiguiendo a un grupo de mujeres, un grupo de niños se reunía en torno a un caballero de reluciente armadura que les leía cuentos de los Grimm bajo un manzano. Hasta las canciones que retumbaban en las calles se tornaron a himnos militares del Quinto Ejército. Entre los manifestantes comenzaron a aparecer chicos de azul y chicas de rosa; nuestros volantes sobre el placer de recorrer el espectro se convirtieron en cartillas del Opus Dei sobre abstinencia sexual y suicidio indirecto; nuestro manual de incursiones relámpago en espacios urbanos se transformó en el Manual de urbanidad y buenas maneras de Manuel Antonio Carreño… Por fortuna, @D99nt (https://www.instagram.com/d99nt/?hl=es-la) logró neutralizar el software y revertir el proceso hacia la recuperación y reubicación de los contenidos originales con uno de sus cameramorfos de expansión biolumínica. Como digo, todo esto ocurrió durante las primeras marchas. Pero, cuando el MW apareció entre la gente ondeando la bandera de La Serpiente y el HLP, supimos que las luchas del poslenguaje habían comenzado.

Foto: Lautaro Bolaño

La Lechuga, cuerpo celeste

Este cuerpo celeste funciona como un archivo/repositorio anarchivista de la agricultura y el campesinado humano y, por lo tanto, es un símbolo de la resistencia. Es probable que la Lechuga haya surgido en alguno de los otros planetas de la galaxia habitados por humanos, donde los sistemas agrarios fueron superados por formas de producción y distribución de alimentos más sofisticadas y horizontales. La Lechuga sería, entonces, un dispositivo de memoria cultural lanzado a las estrellas en busca de receptores humanoides o de otro biotipo.

Hace algunos años, una sonda del CPI logró ubicarse junto a la Lechuga por espacio de tres segundos y obtener información suficiente que le permitió al comando central determinar que el cuerpo celeste estaba compuesto por sustancias cromáticas primordiales que se mueven a gran velocidad -107.280 kilómetros por hora-, haciendo que la capa exterior del objeto se aprecie de color negro verdoso. Al ralentizar los videos de la sonda, los científicos del CPI descubrieron que las sustancias cromáticas son capaces de organizarse en franjas, cuadrados, triángulos y otras figuras geométricas, de tal manera -y por breves instantes-, que parecen lo que en Tierra llamamos “banderas”. Después de varios estudios y análisis, se determinó que, en efecto, las dichas sustancias cromáticas fluyen a través de un espectro de amplísimo rango, y que al fluir todas juntas se describen mejor como una especie de torrente emblemático nutricio.

Fotografía de sonda en espectro de grises

La Lechuga es la Madre Tierra, el planeta mismo en miniatura, semilla creada en un laboratorio, ubicado en lo que hoy se conoce como el Estado de California, para contener allí los elementos nutricios que hicieron posible la vida en Tierra, la memoria de cómo esos elementos se juntaron y accidentaron para generar la vida terrestre. Tal sustancia corre por las venas de La Lechuga, es su soporte vital, sustancia clorofílica que trashuma la galaxia y el universo en este reservorio biorrobótico capaz de reproducirse por escisión celular. Su parte biológica resulta de un cruce de ADN de lechuga y sequoia sempervirens -secuoya roja o Californiana-.

La Lechuga provee de sustancias nutricias terrestres a otros cientos de planetas mediante extracción mecánica de sondas especializadas cuyos planos han sido emitidos por ella misma en diferentes planetas donde percibe crisis ecológicas o alimentarias que afectan a las diferentes formas de vida. Basta con que en esos planetas exista vida inteligente y tecnológicamente capaz de construir la sonda sobre los planos recibidos. Sin embargo, algunas misiones de rescate ecosistémico en planetas habitados por formas de vida menos desarrolladas requieren de expediciones interplanetarias. En este sentido, La Lechuga también puede describirse como especie de teta terrícola de alimentación galáctica que viaja por los diferentes sistemas planetarios, proveedora de la leche de la Madre Tierra.

Posible bandera de La Lechuga según decodificación

 Al ser una semilla, contiene todo el mapa genético de la tierra, y puede generar vida terrestre en cualquier planeta muerto o estéril del universo. De ahí el sentido de su capacidad autoreproductiva mediante escisión, pues solo ocurre cuando detecta dicha clase de planetas. Sus hijas entran en la órbita del globo planetario, penetran su atmósfera, y se siembran en la roca para generar la eclosión de pequeñas criaturas unicelulares que inician el programa de vitalización, similar a como ocurrió en la Tierra, aunque adaptándose a las características propias del cuerpo celeste seleccionado. Sin embargo, La Lechuga no está programada para volver al sistema solar y revitalizar su lugar de origen en caso de crisis ecológica, pues fue creada por una raza muy antigua. Su generosidad se enfocaba hacia la vitalización del universo, y no hacia la prevención o reparación de los crímenes cometidos por esa desconcertante humanidad terrícola posterior -la nuestra-, cuyos defectos genéticos fundamentales e inexplicables no podían prever[1]. Por fortuna, el CPI ha iniciado sus brigadas de recuperación de ADN lingüístico y tomado la decisión de comenzar por la Tierra.

https://www.instagram.com/tarabiking/?hl=es-la


[1] Léase documento sobre la corrección de dichos defectos durante la gestación en algunos humanos terrícolas, Historia del error en las cadenas de ADN humano terrícola: https://ldavdaphneruhz.com/2020/12/30/primera-teoria-sobre-defectos-endemicos-en-las-cadenas-de-adn-humano-terricola/