Xk-Uno

Sondas impostoras de ADN lingüístico

(Investigación, imágenes y texto, Lautaro Bolaño, Brigadista)

Estas sondas rastrean, capturan, conservan y exhiben un tipo de ADN lingüístico reciente, uno, cuyo proceso de configuración y encadenamiento escasamente alcanza un (1) siglo y que entre otros logros habían dado forma, materia y color a lo que los humanos llamaron modernidad.

Hicieron experiencia de la “idea” con la invención del arte abstracto, versión materialista y concreta de una jerarquía ideal que le había arrebatado la verdad de la experiencia a la realidad. Ese ADN se encuentra en la constitución biolingüística de productos y manifestaciones culturales que emergen de una dimensión poco conocida y señalada como “el terreno de la imaginación”.

Sin embargo, esa suposición queda desvirtuada, ya que el funcionamiento de las sondas señaladas ha sido jaqueado por las fuerzas invasoras de los microshipswar, a través de un proceso corrosivo que ha bruñido las texturas de lo humano, ha “polichando” las superficies al punto de un vaciamiento total de la memoria, del rastro y la evolución de las formas.

Estas sondas impostoras se han convertido en máquinas lubricantes del mercado de fetiches y marcas, le han sido borrados los datos, algoritmos y variables en su dimensión submediática, por lo cual solamente sostienen efluvios o datos falsos y fantasmagóricos en un estado de permanente ilusión, nada pesa ni está sostenido por un soporte, todo se genera y se consume continuamente, se hacen transparentes las imágenes, tanto, que no portan nada, y nada se ve distinto a través de ellas.

https://meopazoc.wordpress.com/2021/02/23/2019_totem/

El baluarte de Santa Catalina

Búsqueda de ADN lingüístico al rededor de la leyenda del baluarte de Santa Catalina

(Transcripción de registro de audio realizado por No-V, en Tierra del Fuego).

«El esqueleto de un enrome mamífero marino dio las pautas para el croquis o dibujo de madera que rítmicamente se desplegó en una playa de Babilonia. El hombre esbozó la estructura de un barco al través y a lo largo de una quilla tallada en un tronco flexible. El naufragio hizo del barco bolas de agua y techumbre a orillas del mar. La playa vio la ruina elevarse y sembrar las puntas de los mástiles en la arena.

Un esqueleto de barco invertido se hizo techumbre, sombra de náufrago antiguo, de ése que moró bajo el cielo estable y fijo con estupor de fuerino.

Fabricó otro barco y lo llenó con hombres de esa orilla; atravesó el mar. Vio que el hombre era bueno, se lo apropió, lo esclavizó y construyó con esa cadena de manos una fortaleza, y otra y otra más. La arquitectura se hizo de piedra volcánica, coralina y sangre de toro con cal. Se desarrollaban como pupos dantescos las fauces de Cartagena de Indias, la adornaron cañones, torres de vigilancia, túneles, casamatas, aljibes, baterías, puentes y polvorines. También nació el palenque.

La libertad vio su lugar sin playa, una bahía seca se pobló de embarcaciones invertidas: el bohío, techumbre de paja rubia, herencia africana, empalizada a cuatro aguas, rapto de España, piso de tablas indias elevadas sobre las serpientes».

Leyenda sobre los fundadores de Nueva Ciudad de Santa Catalina

(Investigación y adaptación textual, Lucrecia Daphne Ruhz, fundadora del LDAV)

Siglos más tarde, vinieron a sembrarse palos de mango y palmas de corozo en la tierra de sangre. Ojos, gargantas, vientres y huesos levaron la fruta, hicieron arboledas en torno a los caseríos. Tierra adentro no había noticia de naves quemadas, de sitios corzos o espadachinas balconeras. La historia patria era un aire de fuelles náufragos y arrieros desblasonados junto a los techos de paja rubia. Con los mástiles enrevesados se hicieron las patas de los taburetes y el maderamen del techo. Algo del mar canario, algo del habla untuosa de los arcabuceros quedó en los aires, agitados por sones de congos y paleros que sabían del vientre de la ballena, de su esqueleto curado con brea y grilletes. En la tarde llegó la hueste microfutbolera, tos de acetona y malta, haciendo bodegón de frutas para la sangría, parcelando corozales, taburetes, fuelles y guacharacas.

Los que se salvaron fueron a dar a la Heroica, tomando la ruta hacia el mar, el mismo camino de polvo y piedras que Amalia y su madre tomaron para volársele a las gubernamentales de 2011.  Algunos que entraron a las orillas ya estaban podridos, y fueron llevados por las escobas y el agua hasta las cloacas. Otros terminaron en los hoteles conmemorativos, galardonados por la Corralito Co., para ser diluidos, procesados y revendidos como papel por kilos en la reimpresión de noticias. Los más se juntaron en el cerro de la Popa, curados y protegidos del hampa local por fantasmas y endriagos.

Poco a poco echaron raíces en la tierra infértil, muerta de sol y sal, y dieron a luz monstruosidades sordomudas que en todo caso desarrollaron nuevos sentidos, maneras de descolocar la mente para salvarla del torcido cuerpo. Y de andar los planos astrales se hallaron de pronto en los cibernáuticos, acaso porque la mente sin cárcel se vierte en los intersticios, en los tomacorrientes y flujos de información hasta encontrar carne silícea, nanobot biótico o simple software hackeado.

Por supuesto, se despidieron de sus antiguos y bajaron La Popa en cuerpo y alma. La señal los guiaba hacia las murallas, exactamente hacia el baluarte de Santa Catalina. Cuando estuvieron allí, la señal fue remplazada por un arrullo, una especie de canto invertido, suma de llantos cetáceos y graznidos que se deshilaban hasta perderse en el susurro de las olas. Descendieron por los túneles de piedra. Al principio anhelaban hallar una meta, pero las proliferantes bifurcaciones del laberinto y la canción invertida les hicieron abandonar cualquier pretensión. El goce era estar allí, errando en las entrañas salitrosas. De pronto la vieron, sobre el agua quieta, luciendo el emblema de aquel canto invertido.

Las almas biológicas en naves y sondas de Lyra

Las almas biológicas fueron descubiertas hace nueve mil años, en aguas del planeta Xindux, durante una expedición lirana que buscaba motores biológicos para las naves intergalácticas del CPI. Durante las primeras expediciones, los comandantes de dichas naves descubrieron que las almas no solo eran capaces de regular y optimizar los niveles de velocidad warp (curvatura), sino que podían tomar decisiones autónomas respecto a qué nivel de curvatura usar en determinada situación, reduciendo de este modo los márgenes de error cometidos por los oficiales a cargo de la navegación. Pero fue AVGSpectro quien descubrió, décadas más tarde, el espectro cromático de reacción de las almas ante las variables de ADN lingüístico en objetos, formas de vida y artefactos culturales de los planetas habitados por humanos -descubiertos hasta ahora- a lo largo y ancho de la galaxia. Tras investigar el mecanismo de recepción/reacción de las almas a través del espectro cromático, la comandante asignada del CPI encontró la manera de equipar nuevas sondas de detección, lectura y clasificación de material lingüístico con un sistema autónomo de voluntad semi controlada ochocientas veces más preciso que el viejo sistema basado en algoritmos matemáticos.

Bandera Falsa Epopeya

Misión 001 de recuperación en Tierra. loc_ Colombia

trazas múltiples de ADN lingüístico en el emblema Colombiano_

Exploración:

Si hubiéramos traído dispositivos de semi vida en aquellos días, hoy tendríamos una gran biblioteca cerebral que nos facilitaría la escritura de un relato cierto, desde unos cuatro o cinco puntos de vista diferentes, a través de varios miles de voces. Pero nadie se imaginó que en el planeta hubiera humanos, ni que estos -humanos terrícolas- sufrieran una deformación genética que los haría tan desconcertantes y diferentes al resto de humanos que habitan la galaxia. Así que debimos guiarnos por los documentos que han quedado, algunos institucionales, como decretos, sentencias de las cortes -coloniales y republicanas-, leyes, diarios, cartas, poemas, cuentos, leyendas, chismes, crónicas y demás productos de época que aún puedan “hablar” por su cuenta, y por algunos textos académicos, literarios, académico/literarios, partidistas y científicos de la actualidad -entre los que se suman otros del pasado cercano-, para intentar este documento multimodal de reconstrucción genética del “emblema patrio” de las estas tierras a Colón dedicadas.

Se procederá a golpe de fragmentos, es decir, de citas, transcripciones y reconstrucciones de conversaciones recuperadas con dispositivos de captación ecoica que irán componiendo una especie de topografía expresiva por agrupación contingente de campos semánticos, algo así como desplegar bajo el cielo una inmensa criba de material particulado que al pasar se transformara en accidente geográfico, sistema de cordilleras, paisaje marciano de talco bicentenario.

Dispositivo de semi vida, concepto

1

Se miró en el espejo y decidió que estaba demasiado viejo. Se retrató así, lleno de arrugas dramatizadas por el claroscuro de la habitación, esta vez con pinceles nuevos y tintas frescas, y trató de hallar en aquella frente la rigurosidad del suelo volcánico, la nube azufrada que por instantes se le refundía entre los versos de un poema más viejo que él. Decidió también que los libros, demasiado grises y fríos, eran alas de polillas y mariposas negras que un hada había juntado en los entrepaños durante siglos de aburrimiento. Así que recurrió a su propio inventario de imágenes, olores, sonidos…

“…no escribo, pues, como quisieran los oportunistas palaciegos, o los nuevos aspirantes a ello, sino como lo hace el que estuvo de a pie, sin contrapicados de mano alzada y bocas gritonas. Léase, pues, como quien se encierra en el baño y se mira al espejo y se pregunta, sin prejuicios ni miedos, quién carajos soy y de qué es esta donde piso, si no plancha de cemento, tapia pisada, pastizal quemado, acera de tolerancia o restaurante ejecutivo”.

“No realice el ejercicio de observación autorreflexiva después de ver la novela, la sección deportiva, el reinado de belleza o la alocución presidencial. Sin embargo, proceda sin plan, como antaño, sin coherencia narrativa, sin pretensión de letrado o de iluminado…”.

“…de cantares de gesta falsificados y engolillados en casas consistoriales pasadas por chocolate con queso y nóminas para implantes de mozas y perico asistencial es que se trata, con temor a citas, referencias, testimonios, archivos y auditorías. Y las pocas que se hagan, serán porque se prestan al carnaval, a la denuncia de las hipocresías, al goce del lenguaje, al desperdicio lingüístico y al sabotaje de lo utilitario. Sírvase, pues, leer y abismarse”.

Si decide leer o mirar, tenga en cuenta:

“Lo que sigue se ofrece sin circunvoluciones, sin amañes partidistas, es decir, verdad de la que nos sale, y no nos da pena si estamos solos o acompañados de los políticamente a salvo. Si algún desvarío, se debe a la distancia, como queda dicho, a los nubarrones que nos separan de aquellas y de estas, aunque ocurran a pocos kilómetros o metros, y que son de la misma que cayó de los burros y los cerdos que don Adelantado trajo con sus mermadas huestes”.

Mapa de ruta textual, fragmento

Las sondas de detección y recolección de ADN lingüístico intentan decodificar los textos hallados en los entrepaños del Archivo Nacional Segundo, descartado tras su derrumbe parcial durante la Primera Internacional Activista. Brigadas terrícolas, supervisadas por voluntarios de Lira, han realizado la recolección y clasificación según el estado del material.

Al organizar las cadenas de ADN, se evidencia desfase contextual prosaico, afasia narrativa, suplantación xenofóbica compulsiva, fabulación… Fechas y nombres por aproximación:

Santafé 18!=

Mapa de ruta textual, fragmento 2

Si se hace gran silencio se huele el jubón, sucio de grasa y tabaco, el vaho que dice la de los santos con gravedad de incienso. Justo allí debió estar Silva, mil y una noches después, sufriendo la poética del tedio, del claroscuro sin perla. Si se hace silencio se escuchan las de Fray Luis, las de San Ignacio, las de la madre Agreda, llenas de musgo y escarcha, orín de armadura y sable. Minutos más tarde, grises de frío, los brigadistas notaron alteraciones ectoplasmáticas, ecos de herraduras en el empedrado, ricillas de bruja, muermo de endriago. Los dispositivos interpretaron a su manera las semejantes alteraciones, y fue necesario que los terrícolas explicaran, no sin cierta ricilla, poseídos como estaban por los de mil ochocientos ochenta. Hasta la tos del fantasma, tras el resabio y la narigada, quedó registrada como muestra de ADN en los contadores. Igual pasó con las neblinosas figuras que asistieron a sus antiguas posturas como diciendo “aquí estuvimos nosotros, únicos e inmóviles, al pie de las ollas negras, de los retablos piadosos”.

Algo del museístico mobiliario arrojó niveles satisfactorios de ADN lingüístico intersticial, es decir, rastros de acero toledano, sangre muisca, salpicaduras bermellón y gualdo, plumas de tingua azul, mejorana, manzanilla, cinamomo, ruda y toronjil, entre otras. Esto sirvió a los recolectores para hacerse una idea aproximada de lo que podrían estar mostrando las sondas, ya que aún no se las adaptaba a las mixturas terrícolas tercermundistas. De repente los invadió cierto ánimo “melancólico y funesto”, un aire “triste y miserable” que parecía venir de afuera.

Entre el polvillo que se recogió de los archivadores se halló óleo, tinta, pelo de caballo blanco, cutícula de tuerto, queratina de toro, aserrín de nogal y chingalé, tintura morada y verde, lana de alpaca y porcelana francesa, entre otras.

Mapa de ruta textual, 3

Resultados 1, 2 y 3 de la interpretación del intervalo de ADN lingüístico. Modo: impresión

Proyecto Bandera Falsa Epopeya, expediente en: https://meopazoc.wordpress.com/2021/04/16/2020_bandera-falsa-epopeya/

Epistolario castillocanónico

Entre los muchos artefactos diseñados por MCC para descifrar las emisiones biolumínicas y biosónicas del Críptido X está el Dispositivo Biosintético de Lectura y Transcodificación de Frecuencias Celulares (DBLTFC/REF019).

Por alguna razón que se desconoce, este dispositivo, reconstruido por los estudiantes del Salón Cano según los planos originales, comenzó a arrojar un cierto número de documentos epistolares de gran valor para los investigadores empeñados en descifrar lo indescifrable o, “hallar la voz de los que no tienen voz”, como diría Martín durante una de sus borracheras, en el barrio Patria, al descalificado José Tarquino.

Aquí, algunos de esos documentos. Se espera adaptar los faltantes a formato publicable.

¿Quién es Martín Castillo Cano?

Martín Castillo Cano trabajaba en la Escuela de Artes Plásticas de la UN, en el Bloque Cinco, Sede CAN, en tareas de restauración y reparación de aparatos eléctricos dañados en acción por profesores y estudiantes. Al mismo tiempo, realizaba sus propias actividades en un pequeño taller que construyó sobre el rincón derecho del primer piso, detrás de los caballetes y las cajas de artefactos eléctricos desguazados. Cierta tarde, luego de significante tropel en el campus, cuyas neblinas tóxicas alcanzaron varios kilómetros a la redonda -acaso animadas por las aspas de los helicópteros-, presenció lo que nunca se habría soñado: tras cerrar la sala de arriba, donde ocurren las Tecnopoéticas, llena de computadores y aparatos eléctricos, notó que cierta lucecita parpadeaba a sus espaldas. Al darse vuelta, notó que uno de los viejos retroproyectores se hallaba encendido, y que algo se apagaba sobre el muro contiguo. Entró a toda prisa con intención de apagar el retroproyector, pero se sorprendió al ver que ni siquiera estaba conectado. Se quedó allí pensándolo un rato, volvió a cerrar la sala, y caminó hasta su casa.

Días después, el evento se repitió, y entonces Martín decidió hacer registro del prodigio mediante una cámara que plantó sobe una mesa, a unos seis metros del retroproyector. Lo que halló al otro día en la cámara fue la causa de su angustiosa búsqueda, la primera pieza del rompecabezas que aún hoy nadie es capaz de completar, a pesar de las incontables pistas, decodificaciones, artefactos de transducción y noticias recolectadas por el grupo de estudiantes al que Martín delegó su búsqueda, incapaz de soportar el círculo vicioso del saber/no saber: “Mi legado es entonces la memoria del desconcierto, la experimentación a ciegas en los recovecos del campus”. “…Lamento, en todo caso, dejarles el angustioso oficio del desciframiento, el agrietado desciframiento detectivesco en ciudades ausentes”, deja dicho MCC en su última carta a los estudiantes que se juntaron en el Salón Cano, entre 2019 y 2020, para descifrar el misterio. He aquí la bitácora errante de aquellos días.

integrantes

Álvaro Enrique Cabrejo Torres

Ana María Aristizabal Bustamante

Ana María Filomena Aristizabal

Andrea Cárdenas

Cristian David Martinez Moreno

Daniel Martín Rincón

Daniela Pinilla Espinosa

Danna Milena Quimbay Galindo

Enrique Rodríguez Araújo

Gustavo Gutiérrez Martínez

Jerson Murillo González

Jhon Sebastián Ríos Cruz

Juan Diego Páez Diaz

Juan Felipe Murillo Unate

Laura Camila Riáno Cabrera

Maira Jimena Ramírez Munóz

Maria Alejandra Alfaro Marenco

María Fernanda Moreno Hoyos

Mario Elías Opazo Cartes

Miguel Ángel Rodriguez Bermúdez

Milena Galindo

Pablo José Caballero Blanco

Paola Andrea Correa Acero

Virginia Cubides Ceballos

Las trompetas de poslenguaje

Fingiendo ser numerarios supervisores del MW, miembros de nuestro laboratorio, del colectivo Interferón y de Arteria lograron hacer contacto con uno de los fundadores del Hack Lab Phillium de La Serpiente y obtener ciertas fotografías. “Así serán las boquillas para las trompetas del poslenguaje”, dijeron que dijo el fundador. Se supone que deben ser tocadas por los numerarios más experimentados del MW para activar/tergiversar partículas de ADN lingüístico primordial. También serán usadas para desconfigurar algunas de las sondas de ADN lingüístico más antiguas, así que @d99nt tendrá que rediseñar dispositivos inhibidores de frecuencias infrasónicas. “Suenan como cualquier trompeta, pero las fibras orgánicas en las boquillas se activan y emiten el infrasonido de distorsión”.

Durante la fundición del metal biótico para las boquillas se liberan elementos del nano-software que, aspirados, se enlazan con el ADN del receptor y completan un sistema de borrado total de memoria genética. Si no es tratada inmediatamente con las contras biosintéticas adecuadas, los órganos internos de la víctima quedan amnésicos y dejan de funcionar.

La máquina de poetización histórica

Al revisar de nuevo los cuadernos de Curzio de León descubrí que no solo conoció la máquina de Macedonio Fernández en el jardín trasero de aquella vieja mansión bonaerense, sino que también sabía de una máquina de poetización histórica diseñada para desenmascarar exabruptos oficiales, como las políticas higienistas y la expulsión de sabios inmigrantes. El relato de Curzio viene acompañado de una fotografía de la cara frontal de la máquina. Al parecer, Curzio tuvo noticia de ella poco tiempo después del suceso en Buenos Aires, por boca de un coleccionista polaco, al que le compró la foto por una escandalosa suma de dinero. Sin embargo, no pudo obtener información sobre el paradero de la máquina ni sobre su poseedor. Aprovecho para decir que de la máquina hallada en Buenos Aires tampoco se tiene rastro, pues, al parecer, fue desmantelada y sumada a la pila de escombros que quedaron tras la demolición. Solo queda por averiguar si en nuestra ciudad existen máquinas similares. En general, los dispositivos locales se limitan a la denuncia de lo evidente o a perpetuar las viejas causas en honor a terceros. Si no hallamos ninguna, estamos pensando en contactar al rayado para proponerle equipar algunos de sus pájaros bióticos con dispositivos de reescritura ficcional de verdades incómodas.

máquina de poetización histórica es https://meopazoc.wordpress.com/

Bocetos y bodegones _Intro.

La casa, en el barrio Patria, estaba cerrada. Golpeamos y gritamos su nombre varias veces, pero fue inútil; así que forcé la puerta. Se destacaba un fuerte olor a humedad. No había restos de comida ni signos de abandono, pero el polvo se acumulaba en los entrepaños de la concina y daba cierta densidad a las telarañas. Los recibos en rojo que advertían sobre cortes de servicios públicos cubrían el suelo. Sobre la mesa del comedor, frente a las cartas de un solitario inconcluso, pesaba un viejo Sanyo de forro café. Junto a la estufa, sobre el mesón de concreto, había decenas de páginas manuscritas y dibujos a medio quemar, arrancados de algún cuaderno.

Semanas atrás, había ido con algunos miembros del Salón Cano a revisar unos lienzos que se habían encontrado dentro de un viejo baúl. Dijeron que se relacionaban con el tío pintor de Castillo Cano, así que sentí curiosidad. El baúl estaba en una casa del barrio La Cabrera, en el norte de la ciudad, que sería demolida dentro de poco, así que al grupo le urgía rescatar los lienzos, y cualquier otra cosa relacionada con el desaparecido todero del Bloque Cinco.

Al verlos, inmediatamente pensé en los cuadernos de Curzio de León. Estaba segura de que en ellos había bocetos muy similares a los bodegones que habían extendido frente al viejo baúl de viaje lleno de calcomanías de hoteles y sellos postales del mundo. Les tomé algunas fotos, y volví a mi apartamento para cotejarlas con los cuadernos de Curzio.

En efecto, se trataba de los bocetos originales de aquellos viejos bodegones. Estaban pegados y doblados en cuatro partes, dentro de una libreta con anotaciones y otros dibujos de animales, plantas y objetos, a manera de infografías taxonómicas. Sin embargo, noté que la letra, la forma narrativa, la factura en general, no era la de Curzio, sino la de otro sujeto, acaso el pariente de Martín. ¿Cómo había llegado esta libreta a las manos de Curzio de León?

Para averiguarlo, comencé revisando el diario de Castillo Cano donde se refería a los bodegones encontrados en el baúl de La Cabrera. La entrada me hizo pensar que Castillo Cano se habría deshecho de la libreta en algún momento, para vendérsela a Curzio de León o a cualquier otro sujeto interesado en curiosidades artísticas decimonónicas. ¿Por qué lo hizo, si le era tan preciada, como queda implícito en el diario?

https://www.instagram.com/p/CJHekjkpF4t/

https://www.instagram.com/p/CI_zw7YptiI/

https://www.instagram.com/p/CIzbTHEpCMH/

https://www.instagram.com/p/CIqqE-dJCXH/

Lo más adecuado era, pensé, buscar información entre los anticuarios y libreros de viejo del centro de la ciudad. Por fin, tres días después, di con la persona indicada. Se trataba de un viejo chazero, amigo del propio Martín Castillo Cano, que le había ayudado -dijo- a vender las libretas en su puesto del Mercado de las Pulgas. “Ese día estábamos juntos; el hombre que las compró sí cruzó un par de palabras con Martín, pero solo para regatear el precio. No me acuerdo del nombre; era una vaina extraña, como en italiano, pero ni idea”, dijo el chazero. Luego le pregunté si sabía dónde estaba Castillo, y me contestó que sabía, pero haría ya un año que no se lo encontraba. Como no tenía la dirección, le pedí que fuéramos juntos al lugar: una pequeña casa de ladrillo, idéntica a las demás que se extendían flanqueando las estrechas calles del barrio Patria.

A pesar del mal estado en que se encontraban, las páginas amontonadas sobre el mesón de la cocina nos fueron muy útiles en la reconstrucción de los últimos días de MCC.

Última carta de Martín Castillo Cano

La última carta que Ricardo F recibió de Martín Castillo Cano tampoco tenía remitente. De nuevo, el estilo, la hermosa e inconfundible letra, pero nada que permitiera ubicarlo en un lugar concreto. El papel, el sobre, como siempre, piezas de museo, producto de imprentas hoy desaparecidas por el régimen Electronaranja. En esa última carta, me dijo Ricardo, Castillo Cano parecía, tal vez por error, descifrar parte del gran rompecabezas que es su correspondencia, y dar pistas -acaso concluyentes- sobre la causa de su ausencia; no el sentido general de tata epístola, sino la posible causa -para Ricardo F-, de su metamorfosis a gran ausente.

Se refería pues, en su última fantasmagoría, a un desplazamiento, a un itinerario de fuselajes y combustibles atómicos que su propio padre habría diseñado en sus ratos libres con los sobrantes de la construcción del Apolo II. Desconocemos (desconoce F) cómo hizo Castillo Cano para acceder a un posible archivo del progenitor, siendo que este desapareció una ves concluida la misión colombiana en los laboratorios secretos de la NASA, sin dejar rastro o dirección. En fin, de la dicha carta queda como dato clave la intensión del viaje, galáctico por inferencia, a bordo de cierto dispositivo celular. Yo misma me he puesto la tarea de investigar a fondo, preguntarle a los viejos seleccionados que participaron en la primera misión de recuperación ecológica y lingüística del CPI en la Tierra, a ver si saben del caso, no sea que el mítico todero del Bloque Cinco haya partido hacia tierras del CríptidoX, lo cual explicaría la disminución de emisiones fotolingüísticas en el laboratorio de d99nt_.

A continuación, transcribo la última carta de Martín Castillo Cano a Ricardo F:

“Aquí las cosas van más despacio. El ruido de la calle es un remanente de cuando el anciano de las vacas sacaba el agua directamente del sistema, quitando la tapa redonda de cemento vaciado en hierro con las siglas del acueducto que había en medio del parque. En las paredes he dispuesto las últimas imágenes de mis hallazgos, los casquillos dorados sobre varios recortes de noticias, y contemplo, con culpable asombro, los brillos en la abolladura causada por el paso del proveedor a la recámara, o los años de tierra y piedras que los mal-sepultaron en las zonas verdes del campus. También conservo algunos documentos de identidad, esas plantillas genéricas que de vez en cuando me permiten ponerles la cara de mi tío, los ojos almendrados y lejanos, como exiliados al país de los libros que ordenaba y clasificaba en los entrepaños de la biblioteca.

He tratado de unir el rompecabezas, pero las piezas encajan caprichosamente para luego retractarse y componer un absurdo. Las transducciones que realicé en el Bloque Cinco han dejado de informar, no hay código ni mensaje. Supongo que esta es la fase II del proyecto inmaterial que me ha propuesto la criatura desde el principio. Sus manifestaciones son, desde hace días, intensidades que apelan a lo sensitivo: el extracto de la tristeza y la alegría, elementos químicos fundamentales que causan comportamientos, estados de ánimo, impulsos como el de instalarme en este barrio/isla, lejos de todo, intersticio de las décadas.

Presiento, a causa de lo mismo, que el punto de partida es la observación intrínseca del acontecer diario, los pasos del borracho eterno de la tienda, la falsa minucia de los que van por el pan y los huevos siempre a la misma hora, la nada de las calles. Las imágenes dispersas en las paredes son algo así como el itinerario, el mapa con las rutas y las estaciones previas al estremecimiento del fuselaje, aquel donde la fisura es irreparable, crítica, metáfora del no retorno. Mi legado es entonces la memoria del desconcierto, la experimentación a ciegas en los recovecos del campus. Supongo que lo veré a él, minúsculo habitante de la gran constelación, organizando libros etéreos en entrepaños cerebrales o seduciendo criaturas aladas de la Hermandad de los Voladores. Y yo volveré a ser el chico tras los ordenadores, aprendiz del juego cuántico, sabedor del pasado. Lamento, en todo caso, dejarles el angustioso oficio del desciframiento, el agrietado desciframiento detectivesco en ciudades ausentes”.